(ventana de la barca de piedra, El Quisco, una mañana de
noviembre
del 2007)
La casa huele a flores
Por la ventana del cuarto viene una ola perfecta
un dardo azul estalla
sal y jazmines del cabo
Desde las sombras
el gran àngel enlaza a mi cintura
llanuras extensas
altas serranìas
Cierro los ojos y observo
la amplitud del mundo
en esta entrega
El ruido del mar pardadea
roncos violines
y son sus estertores
los mios
Abajo
lo sè
lo presiento:
Gitanas
alrededor de la hoguera
declaman salmos antiguos
multiplican peces
conjuran al amor
en la hermandad del agua.
(Cristina Larco)
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