
Despertar una mañana de sol luego de un largo letargo es amar después de haber dormido, hacer el amor para sobrevivir al llanto...
(Encontré estas fotografías de una Gabriela más cercana, la de arriba, muy contenta con un alegre vestido repleto de flores y desprovista de sayas pardas, coquetería de mujer en medio de dos señores) ( Abajo, con su Yin Yin, me hago la idea de que ha hecho un alto en el camino y descansa con su niño, que el cervatillo del Poema de Chile fué a beber agua a un arroyo cercano y que luego continuaran su recorrido)DESPEDIDA
Ya me voy porque me llama
un silbo que es de mi Dueño,
llama con una inefable
punzada de rayo recto:
dulce-agudo es el llamado
que al partir le conocemos.
Yo bajé para salvar
a mi niño atacameño
y por andarme la Gea
que me crió contra el pecho
y acordarme, volteándola,
su trinidad de elementos.
Sentí el aire, palpé el agua
y la Tierra. Y ya regreso.
El ciervo y el viento van
a llevarte como arrieros,
como flechas apuntadas,
rápido, íntegro, ileso,
indiecito de Atacama,
más sabe que el blanco ciego,
y hasta dormido te llevan
tus pies de quechua andariego,
el Espíritu del aire,
el del metal, el del viento,
la Tierra Mama, el pedrisco,
el duende de los viñedos,
la viuda de las cañadas
y la amistad de los muertos.
Te ayudé a saltar las zanjas
y a esquivar hondones hueros.

MECIENDO
El mar sus millares de olas
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.
El viento errabundo en la noche
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.

